En medio de un humilde hogar pueblerino, condicionado por la dureza de
la vida y por las particularidades culturales de la época, nace Lorenzo Ventura
Vargas, más conocido como “El Sombrerero”, un 23 de marzo del año 1925, en
Jaibón, Valverde.
Siendo apenas un niño, decide la familia trasladarse a la ciudad de
Santiago, donde más tarde, por razones de sustento familiar, se ve obligado a
muy temprana edad a labores de artesanía del retoque masculino, constituyéndose
posteriormente en el más renombrado trabajador de sombrero de la ciudad;
primero ubicando su taller-negocio en la calle 30 de Marzo y más luego, en la
calle San Luís casi esquina Independencia. De ahí que Santiago lo bautizara con
el nombre de EL SOMBRERERO, en mérito a su ejemplar conducta social, la ética
laboral y la calidad de su trabajo.
En Santiago, forma parte de la juventud que soterradamente hablaba y
organizaba tertulias contra la dictadura de Trujillo, participando
periódicamente en fugaces acciones propagandísticas contra la tiranía,
especialmente en la postrimería de aquel horroroso periodo en la historia del
país.
En el 1960 ingresa a la militancia socialista orgánica a través del
Movimiento Popular Dominicano (MPD), siendo uno de sus más distinguidos
fundadores en el Cibao, del cual pasó a ser gradualmente miembro de su Comité
Central y la Comisión Política.De profunda convicción revolucionaria, destaca en su haber político la
inmensa humildad, su mágica sonrisa y su contagiante sentido de unidad.
Dotado de una extraordinaria capacidad de organización, se lanza como sembrador,
a regar la semilla de la libertad, la democracia, la justicia social; el
derecho al trabajo, al pan, a la tierra para lograr una República Dominicana
basada en un estado de derechos y guiada por el principio de desarrollo y
progreso para todos. Movido por esa voluntad, fueron todos los pueblos de la Región
Norte del país testigos de su andar prolífero, incorporando grandes legiones de
jóvenes a la militancia socialista de izquierda y a los movimientos de
protestas que florecieron en toda la sociedad dominicana demandando democracia y
libertad luego de la muerte de Trujillo, durante los años de los 60 y los 70.
Fue parte importante de las manifestaciones políticas en Santiago y la
Región demandando el retorno a la constitucionalidad del gobierno de Juan
Bosch, derrocado ilegalmente en 1963 por las fuerzas más oscuras del país.
Patriota fraguado. Participó activamente en la Guerra Patria de 1965, defendiendo
el suelo tricolor de la odiosa intervención militar norteamericana, integrado a
los Comandos de las aguerridas tropas del Movimiento Popular Dominicano (MPD),
que operaron desde la Escuela Argentina, en la Zona Constitucionalista de Santo
Domingo.
Concluida la guerra, retorna de nuevo a Santiago a continuar la lucha
por una sociedad en la equidad y la justicia social.La represión contra las fuerzas progresistas y revolucionarias de la
época, desatada por el gobierno de los 12 años del Dr. Joaquín Balaguer, le
condujo en innúmeras ocasiones a la cárcel policial y la Fortaleza San Luis, intolerancia
esta que no redujo, ni acobardó su determinación política y arrojo de trabajo
por las ideas democráticas en las que creía.
La sangrienta cacería política contra los miembros de su partido, la
continua persecución policial y sus frecuentes encarcelamientos le obligan a
abandonar su trabajo a finales de los años 60 y sumergirse en la
clandestinidad.
En 1972, es apresado nuevamente durante la sangrienta ocupación policial
de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en la que muere Sagrario Ercira
Díaz. Pese a su posterior descargo por
parte de los tribunales judiciales, ante las falsas acusaciones que le
montaron, el gobierno decide su expulsión del país y es obligado a viajar a
Francia en condición de exiliado político, con prohibición de regreso a
República Dominicana.
Inicia así un largo destierro que lo moviliza a Chile, donde igual
destaca como revolucionario internacionalista. En Santiago, capital de Chile,
es nuevamente detenido cuando los militares de aquel país derrocan el gobierno constitucional
de Salvador Allende, alojándolo en calidad de preso en el Estadio Nacional de
Chile.
Escapando milagrosamente de la muerte, y bajo la protección de las
Naciones Unidas, sale de Chile en dirección a Suecia, país que solidariamente
le recibe, en unión a decenas de dominicanos que corrían la misma suerte.
En Estocolmo, funda y encabeza diversas organizaciones solidarias y
culturales de bien ganadas nombradías, como el Frente Simón Bolívar y la
Asociación Sueco-Dominico-Haitiana, entre otras.
Su espíritu de luchador por las causas nobles de la humanidad, lo lleva
a jugar roles de primera en las continuas jornadas de denuncia de las
dictaduras militares en la América Latina de entonces y la lucha por el retorno
a la democracia, pasando a ser una de las figuras latinoamericanas más
destacada y respetada de Suecia y de una buena parte de Europa.
Regresa al país en 1978 con la llegada al poder del presidente Antonio
Guzmán, una de cuyas primeras medida de gobierno fue suprimir el exilio
político de dominicanos.
La muerte súbita le sorprende en Estocolmo, Suecia, dos días después de
haber encabezado un acto público de recordación de la Guerra Patria del ´65.
Era abril del año 1987. Sus restos reposan hoy en el Cementerio 30 de Marzo, del
primer Santiago de América.
Le sobreviven su viuda Juana Abreu (Yolanda), la fiel compañera de amor
e infortunios a quién El Sombrerero tiernamente llamaba “La Madama”, y sus hijos: Lorenzo (Lenchy), Juan, Libertad, Arelis y
Ernesto.Amoroso y juguetón; noble en la crianza; vigilante en la educación y los
valores; dinámico, alegre y optimista es como se le recuerda en el hogar.
Su virtud, la humildad. Su gozo, la democracia, la libertad y el
bienestar colectivo. Su honra, ser trabajador, ser sombrerero. Su orgullo, la
familia, su moral y condición socialista. Su placer, el tango y la amistad. Su
característica, la sonrisa y temperamento conciliador. Su nombre: el ejemplo.Lorenzo Vargas-El Sombrerero-, santiagués dominicano y ciudadano del
mundo: paladín de la libertad, la democracia, la solidaridad, la justicia
social y la paz.
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