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DEL OLFATO POLÍTICO A LA CONVENIENCIA PARTIDARIA


POR CLAUDIO MÁRQUEZ
De cara a los comicios electorales del 2010, las cosas no parecen estar definidas del todo. Si es mucha la preocupación existente en el seno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), no es menos la situación verificada en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), organización última que aún no da muestras convincentes de poder manejar en forma pertinente los destinos del país.

Debe observarse que los bríos de poder perredeísta se esgrimen y levantan – principalmente – sobre el postulado de desgaste natural de la gestión gubernamental del presidente Leonel Fernández y – en un segundo aspecto – en la combinación de denuncias sobre actos de corrupción en la presente gestión.
La dirigencia perredeísta sabe perfectamente que el tema económico está prácticamente vedado para ellos, que en la conciencia colectiva de los dominicanos perdura todavía la inquietud de lo que pudiera pasar en una gestión del partido blanco con la producción y la economía y la estabilidad bancaria.
Tres componentes básicos para el desarrollo de la sociedad dominicana, la cual si bien expresan algunas distorsiones, es innegable que su ajuste no refleja complicaciones mayores que la toma de medidas oportunas, orientadas a la consecución de una distribución más equitativa de los ingresos y, por tanto, de una atención más prudencial de su capital social.
Es innegable que en el plano político de la sociedad dominicana de hoy prevalecen factores de crisis inducidos por un decadente modelo de participación política que, cimentado en las características de comportamiento histórico de su clase gobernante, tiende a diferir sus complejidades a todo el grueso de la sociedad.
De ahí que en el análisis político de la coyuntura sea importante considerar este conjunto de factores, pero también enfocar la historia y percatarse de cómo cada una de estas agrupaciones políticas ha procurado estabilizar, en un caso, y dar solución, en otros, a los problemas nacionales. Es, en consecuencia, el desafió que enfrenta hoy día la sociedad es, precisamente, poder distinguir, sobre la base de su olfato político y su experiencia histórica, por dónde debe transitar la nación en los actuales momentos.
Hacia dónde debe empujar para consolidar y sacar mayores provechos a su democracia e instituir un modelo político más dinámico en la solución de los problemas de la gente, sin que en la búsqueda de este propósitos caiga o incurra en un retroceso de su vida institucional y política.
Ahora bien, para que nuestros entes sociales alcancen a comprender toda esta situación es necesario despejar de dudas el panorama. Confiar, por ejemplo, en que la principal fuerza política del país, la cual sigue siendo el PLD, logre salir airosa de sus diferencias internas, centrada ahora más que nada en la definición de su candidatura presidencial.
Cuenta el PLD con la mejor percepción social, así como con las mejores opciones políticas; sin embargo aparenta adolecer de la voluntad necesaria para definir temprano el camino de su continuidad en el poder.
La intervención del presidente Leonel Fernández en la esfera de esta lucha política es indiscutiblemente importante, dado el peso de su figura pública en el ambiente social y político de la nación. Pero esta intervención debe ser el producto de una regulación y conveniencia partidaria, modo tal que no genere dispersión ni conflictos.
Por lo tanto entre el presidente Fernández y el licenciado Danilo Medina debe haber mayor comunicación para intercambiar y garantizar la efectividad de las tácticas y estrategias a utilizar de aquí al proceso electoral del 2012. Este intercambio debe darse sobre una base del respeto a la institucionalidad de la nación, así como en atención al deseo de la mayoría de los dominicanos en aras de que el PLD retome su fortaleza como ente de cambio en la sociedad.
El autor es periodista.

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